Recuerdo, una vez, cuando empezaba la Universidad, y estaba
en casa de unos familiares, una de mis primas se jactaba de que cocinaba y que
ablandaba habichuelas, no usaba las de lata. Entonces, la anfitriona, con toda su “sabiduría” insolente, comenzó a comparar y me preguntó
si yo sabía cocina, le dije que no, y empezó la hablar: “Que ella era menor que
yo y cocinaba, y qué yo pensaba hacer cuando me casara.” Le contesté que no era
la meta de mi vida, el casarme para ser cocinera de nadie, que nos casábamos
los dos. Y me comenzó a insultar
diciendo que, qué yo me creía, que ni pensara que me iban a llevar a comer todos los días, y bla, bla, bla, bla… Me sentí atacada y me fui de la cocina a una esquina, y no pude aguantar los deseos de llorar. Entonces vino mi madre, “la figura protectora,” y cuando me vio llorando, me dijo que no fuera tan zángana, y que no tenía que llorar por eso. A los muchos años, me encontré al esposo de la anfitriona, ya divorciados por ciento, y yo divorciada, y me comentó del incidente, y yo le contesté que seguía pensando lo mismo, pero no quise abundar al tema.
diciendo que, qué yo me creía, que ni pensara que me iban a llevar a comer todos los días, y bla, bla, bla, bla… Me sentí atacada y me fui de la cocina a una esquina, y no pude aguantar los deseos de llorar. Entonces vino mi madre, “la figura protectora,” y cuando me vio llorando, me dijo que no fuera tan zángana, y que no tenía que llorar por eso. A los muchos años, me encontré al esposo de la anfitriona, ya divorciados por ciento, y yo divorciada, y me comentó del incidente, y yo le contesté que seguía pensando lo mismo, pero no quise abundar al tema.
Y sigo pensando lo mismo.
Que no es mi meta, el ser mucama, ni cocinera, ni geisha de nadie. Que soy tan humana, como cualquiera. Que el matrimonio es de dos, y que las mismas
necesidades y deseos los tenemos los dos, y que nadie está por encima de
nadie. Que el que tenga hambre, se
levante y cocine para ambos, que el que ensucie algo, lo limpie y lo deje como estaba, pues las
tareas domésticas no tienen género. Que
la meta del matrimonio no es que la mujer sirva a su marido, pues es tan “igual”
que el hombre. Que la mujer no tiene un
sello en la frente que dice “lavandera”, ni la escoba tiene un sello que dice “mujer
solamente”, ni el sofá tiene un sello
que dice “nalgas de hombre solamente, mientras espera que hagan la comida.” La liberación femenina, no significa que queramos
ser hombres, y que me moleste que me abran una puerta, o que me feliciten en el
día de la mujer, como me dijo un imbécil.
Significa que se nos considere como iguales en posibilidades, oportunidades y respeto.
En una ocasión, ese mismo imbécil del que hablé en el párrafo
anterior, que, era “jamón,” me pretendía
y me acosaba con tal desesperación que me llegó a insistir que yo debía
aceptarlo pues él estaba solo, y yo también y que en estos tiempos era difícil encontrar
pareja. Me enfurecí y le contesté que él
no era mi única opción, y que yo no tenía como meta, el unirme a lo primero que
apareciera, por tener un hombre al lado, que ya había tenido uno y que no valió
tres centavos, y que no tenía ninguna prisa.
Que para tener “cualquier cosa”
al lado, mejor me quedaba sola, pues yo me amaba mucho.
Hoy, sigo pensando igual, que no tengo que unirme a nadie que
no me llene, que no ame, o que no me ame; por no quedarme sola, o por librarla,
o por el qué dirán. Cuando acepte
nuevamente a alguien a mi lado, es porque es muy valioso para mí, y yo para
él. Que no soy del montón, que se orinan
por un hombre y que se jactan con otras, de “que se lo quité,” “que está conmigo, aunque casado contigo,”
etc., etc., inflando egos, y abonando a la violencia doméstica y machista, y
que soportan humillaciones y maltratos por tener un hombre al lado, por no
estar solas. Como dice el título de un
libro: “No seré feliz, pero tengo marido.”
He visto tantos matrimonios, y relaciones “de embuste”, que yo me prometí, nunca ser uno
de esos. Si lo fuera, sería solo bajo
engaño, pero como todo sale a la luz, en cuanto me entere, por más que ame, se
va al infierno. He visto parejas
tratarse como extraños, y después ella jactarse, de lo que le regaló en su
cumpleaños. He oído algunas jactarse de
la fidelidad de su marido, cuando yo he conocido a la amante, he visto la
prepotencia de algunos, cuando luego de la infidelidad, piden perdón y ya pasó
todo, (sí claro, pues ahora son más disimulados y se cuidan más).
Yo no soy de ese
montón, soy una igual, soy fiel y exijo
fidelidad, respeto y exijo respeto, amo y exijo amor, soy libre y concedo
libertad, pues una relación es voluntaria, no hay nadie obligado. Cuando se quiera ir que me lo diga, y cuando
yo me quiera ir, lo diré. No importa
cuántos papeles se hayan firmado o cuantos no. Exijo respeto, y yo respeto.
Porque tengo dignidad, y la dignidad del ser humano es inviolable.
©Reflexiones desde lo profundo de mi Ser, 2012
No deberia esconderse..viva lo que escribe , renunciando al anonimato...
ResponderEliminar¡Gracias por leer mi blog y comentar! En realidad no me escondo. Originalmente mi blog comenzó como diario personal, pero lo comencé a compartir con mis amistades y ya la mayoría de mis conocidos saben de él. Mary es mi nombre y lo de Aburrida por lo que explico en el blog. Reflexiones surgió porque quise dividir los "posts" más emocionales y fuertes, y dejar "Mary Aburrida", para vivencias y escritos más refrescantes. Además me gusta usar seudónimo; llama más la atención, e inspira curiosidad. ¡Linda noche, lindo día! :) Gracias nuevamente. :)
ResponderEliminarToda feminista dicen ser tan iguales que los hombres Hasta que la tapa de un frasco se atora.. arriba el patriarcado
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